Lo nuestro fue una fábula desmedida. Me sorprendía siendo una
gata callejera que maullaba en tu puerta por un poco de calor, pero tú y tus
ausencias relativas siempre tenían
planes en otro callejón. En ocasiones te veía desde el tejado con tu mano entrelazada
a otra mano, tu boca asediando otra boca, y mis arañazos aún frescos en la
puerta a tu memoria.
¿Me recuerdas? A veces se te
escapaba un 'te quiero', aunque no sé si era para mí o para otra; a veces
lanzabas una moneda al aire y si salía cara me comías hasta las comas. Para ti
siempre fui la chica del pelo negro y los ojos de color miedo, igual te sueno.
¿Sabes qué, corazón? A veces a menudo a
diario creo olerte entre la multitud, se me rasgan las pupilas y maúllo a
mi alrededor, como una gata malherida que ya no encuentra consuelo en ningún
rincón.
Lo
peor de todo esto
es no haber aprendido aún la moraleja,
y es que a ti te van más las perras.
es no haber aprendido aún la moraleja,
y es que a ti te van más las perras.
Deberías publicar un libro.
ResponderEliminarPerdóname.
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