Soy
el periódico que hojeas cada mañana en el tren y después dejas tirado en el
asiento. Soy el resto de posos de tu café matutino, y el único mordisco que le
das a la tostada (benditos mordiscos). Soy ese charco que pisas al cruzar
la calle y que te salpica los pantalones, pero tendrás que perdonarme porque es
mi única venganza posible. Soy esa canción que cambias antes de que concluya, y
el auricular que cae cuando tú te balanceas. Soy la toalla que te seca cuando
sales de la ducha y el pañuelo guardián de tus lágrimas. Soy esa sonrisa de
medio lado que te arranca la chica del tren. Soy el último gemido después de
tus orgasmos y la primera oleada de calor cuando entras en acción. Soy la última palabra. Soy la primera
frase de un libro cualquiera, mis pestañas revolotean con cada tilde. Soy el
agónico nudo en tu garganta. Soy tu madrugar y la última vuelta en la cama
antes de levantarte. Soy ese mensaje tan esperado que te hace dar un brinco
desde la cama para verme (pero cuidado, sólo soy publicidad engañosa).
Soy tu despertador.
No hay nada más horrible que un despertador.
No hay nada más horrible que un despertador.
No creas ser nunca restos de otras vidas
ResponderEliminarQuizá seas todas las nimiedades que valen la pena.
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