La
oscuridad se había adueñado de las calles desde que estalló el pánico. Para
entonces la Guerra Z era una realidad, una batalla entre el hombre y su propia
naturaleza; claramente el ser humano llevaba las de perder, no se ganaba una
lucha con un iPhone 5 ni con todo el armamento posible, no mientras el terror
alimentase sus mentes dormidas. Ya no servían los placebos de fe con los que la
humanidad se había drogado durante los últimos meses. En un mundo así, ¿qué
esperanza iban a tener?
Piazza del Duomo, Florencia.
Año 2013.
Año 2013.
El
gato aferraba con sus zarpas la carne maloliente para ayudarse a dar sendos
bocados, clavando las fieras uñas en los miembros del cadáver. La sangre
resbalaba por el morro del felino y pronto se formó un charco fresco bajo él, aunque
para entonces no era la única sangre que se había derramado allí, ni aquélla la
única víctima de los Z. Otrora una apuesta joven que había viajado desde
España para hacer su Erasmus (o lo que surgiera entre coito y coito), para
entonces sólo quedaban restos fugaces de lo que fue. Su rostro descompuesto en
una mueca de pánico había grabado el horror de ser devorada
viva por decenas de bocas hambrientas; de sus brazos sólo quedaban ligeros
pedazos esparcidos a su alrededor, su torso contaba con enormes orificios con
forma de dientes y garras (los zombies no tenían por costumbre hacerse la
manicura). Por suerte sus piernas tan sólo contaban con algunos arañazos y
mordeduras, aunque era aquel gato el que realmente se estaba dando un festín a
su costa.
Los
ojos ambarinos del felino, cuyo pelaje de un tono azabache le hacía fundirse
con la oscuridad de la plaza, se alzaron cuando escuchó el ya común sonido de
unos pasos arrastrándose. Sus pupilas dilatadas dieron con un Z a lo lejos,
caminaba a tientas como una sombra sin dueño, por suerte parecía lo
suficientemente desorientado como para pasar desapercibido el olor del gato y
su particular manjar. Arrastraba un tobillo roto mientras andaba con los
hombros caídos y cabizbajo. Marcas en su cuello con forma de fauces auguraban
la suerte que había corrido aquel desgraciado que seguramente había hecho caso
a los medios de comunicación y se había encerrado en su casa, sin saber que los
zombies tenían servicio a domicilio. El gato volvió la cabeza para seguir
alimentándose cuando sus ojos se cruzaron con la furiosa mirada de la muchacha
que devoraba, quien había alzado la cabeza hacia él. Su gesto, antes de terror,
se había torcido en uno de rabia al verse como primer plato de un felino; el Z
“renacido” intentó incorporarse para espantar al animal, mas la ausencia de
carne en su tronco no le permitía erguirse. Hizo el intento de ahuyentarle con
los brazos, y habría funcionado de conservarlos. Los ojos inyectados en sangre
del zombie observaron con indignación cómo el gato, lejos de sentirse
amenazado, siguió mordisqueando su pierna con más fuerza para arrancar buena
parte de su inminente bocado. El Z estaba probando su propia medicina ante la
atenta mirada de la Santa María dei Fiori. Caprichosa paradoja.
“Las mentiras del
pasado habían desaparecido tiempo atrás
y la verdad estaba en todas partes, arrastrándose por nuestras calles,
atravesando nuestras puertas, desgarrándonos el cuello”,
Max Brooks, Guerra Mundial Z.
y la verdad estaba en todas partes, arrastrándose por nuestras calles,
atravesando nuestras puertas, desgarrándonos el cuello”,
Max Brooks, Guerra Mundial Z.
jeje, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe encantó esa forma tan irónica de ir describiendo al Z.
Escribes genial.
Me pasaré más a menudo!
1bsito!
PS: Yo me fui de erasmus... y bueno, se hacen más cosas, ep??
(y no me refiero a lo de ser devorado por un Z) :p
*__* ¡Mil gracias por pasarte! Me ha dado una agradable sorpresa leer tu comentario, y sobre todo saber que te ha gustado aunque me considero principiante en el tema Z. >< Fue el primer relato que escribí de este tipo.
EliminarY no, no dudo que en los Erasmus se hagan más cosas, de hecho soy una fiel defensora de ello, pero quería darle un toque de humor negro al relato. Me da a mi que si seguimos así no podré decir yo qué se hace o deja de hacerse en un Erasmus por experiencia propia... Pero no me digas que ser devorado por un Z no es una bonita anécdota.
¡Besitos!
Genial. Gran relato, Muchas felicidades ^^
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