17/7/13

La muy puta


            La musa, hambrienta, lamía su sexo como una gata en celo. El cuerpo de la mujer bajo ella se contorsionaba con súbitos espasmos, rozando el orgasmo. Con una mano la aferraba de la cabellera negra para que no parase, hundiéndola más contra sí; con la otra, escribía en un papel arrugado sobre el lecho, a su lado.

            Se corrió, y cuando lo hizo dejó caer la mano, dibujando una larga e imperfecta línea que nacía de un punto y final. Al abrir los ojos la musa ya no estaba allí. En su lugar tenía un poema mal escrito y la mano en su húmeda entrepierna.

            “La muy puta”, pensó.

1 comentario:

  1. Se deshizo del pudor
    acariciando lo que un día
    fue un deseo inconsumible
    de placer.
    Se deshizo del recuerdo
    de las manos que jamás
    la tocaron como su cuerpo
    reclamaba.
    Se deshizo del límite
    que apenas la paraba
    ante el gemido
    más profundo.
    Se deshizo de los labios
    que solamente en sueños
    la hicieron suspirar.
    Y sonrió

    _empipat

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