Los sueños del niño fuego son incendios y
hogueras,
las pesadillas olas gigantes tragándoselo todo.
La niña de los pinceles sueña en blanco y negro, al despertar, pinta.
las pesadillas olas gigantes tragándoselo todo.
La niña de los pinceles sueña en blanco y negro, al despertar, pinta.
En sueños, el niño fuego y la niña
de los pinceles juegan juntos en el parque cada tarde. La primera vez que la
vio estaba sentada en un banco, sola, mientras los demás niños jugaban. En su
regazo un cuaderno y a su lado ceras.
—
¿Qué pintas? —preguntó él, curioso, pero la niña sólo le miró con timidez y las
mejillas sonrojadas —. Déjame verlo, por fa, por fa...
Al final la niña de los pinceles
cedió, y cuando el niño cogió el folio se quedaron marcadas en él sus huellas
de fuego. La niña empezó a sollozar, de sus ojos brotaban acuarelas de colores
que le bañaban las mejillas de rojo, verde y azul. Pero el niño fuego era todo
luz; movió las manos en el aire y de ellas brotaron chispas que flotaban ante
los ojos incrédulos de la niña. Su caligrafía perfecta, un 'Lo siento' de fuego
escrito en el aire para ella. La niña ya no lloraba; sonreía mellada.
—¿Cómo
has hecho eso?
Él se encogió de hombros. En su
bolsillo asomaba una hoja arrugada llena de palabras y sentimientos, con marcas
de fuego en los márgenes. La niña, aún con cascadas de colores en las mejillas,
cogió su cuaderno, sus ceras y se levantó. Le tendió la mano con una pequeña
sonrisa.
—
¿Quieres jugar conmigo?
—
¿Y si te quemo?
—
¿Y si te pinto?
Ambos niños
sonrieron a la vez.
Cuando sus manos se rozaron, fuego y color.
Cuando sus manos se rozaron, fuego y color.
A magia y fantasía me ha sabido. Al principio de una bonita historia aún sin terminar.
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