27/1/12

Despertar(nos)

    ¿Qué hora es? ¿Cuánto he dormido? Pero… Qué más da, pese a que mañana madrugo. Tienes esa mágica facultad para hacer que las pequeñas cosas resulten titánicas, y que no me moleste ser despertada entrada la noche. Pero, ¿qué hora es?

    Tus ojos apenas podían vislumbrar nada más allá de la oscuridad que recrean las cortinas bajadas cuando te has despertado, pero pronto te has acostumbrado a la ausencia de luz y me has podido contemplar. Siempre me reprochas que duerma de espaldas a ti, pero en el fondo te encanta que lo haga, y hoy no ha sido distinto a otras ocasiones.

    Tenías todo planeado, o quizás no, pero tus dedos se desenvolvieron con experta maestría en la tez de mi hombro desnudo e inmaculado; notaste mi cálida esencia, y cómo mi piel te hacía un hueco bajo mis ropas. Sí… Sigo pensando que lo tenías todo pensado, o quizás lo habías soñado en más de una ocasión, tantas o más como las que lo habías llevado a cabo. Dulce estratega…

    En tu inocencia, pensabas que tus suaves caricias aún no me habían despertado, pero me agradaba recrear el tacto de las yemas de tus dedos descendiendo por mi cuello, cayendo suavemente por mi espalda donde se dibuja el comienzo de la fina línea de mi columna. Lo que no podías decirme con palabras, lo hiciste mediante besos en mi desprevenida oreja libre de cabellos, pues éstos galopaban sobre la almohada. Nuestra almohada.

    Aquel dulce descender de tus labios no podía ser improvisado, era imposible que roces intuitivos despertasen en mí una llama que parecía dormida, al igual que yo. Aún puedo rememorar el pícaro camino de tus dedos por mi cadera hasta alcanzar el vientre; a la par que tu cálido tacto cobijó mi ombligo, tus labios siguieron las líneas de mi rostro para alcanzar los labios que, pese a estar quedos, parecían llamarte.

    Y ahora me miras, y te miro. No nos hace falta luz alguna para poder perdernos en los ojos del otro, el fuego ya se ha encendido en ellos. Tu mágico aliento me baña los labios, me pides que me acerque sin necesidad de palabras, pero me gusta ponerte las cosas difíciles y dormir de espaldas a ti, ¿recuerdas? Sonríeme, es nuestro momento; te acercas a mis labios, pero esos escasos centímetros hacen de mis deseos una ilusión inalcanzable durante unos leves segundos. No sucumbo.

Todo el Universo gira en torno a tu boca.


(Link y autora de la imagen)


1 comentario:

  1. Adictivo, no he pestañeado para no perderme ni un microsegundo de relato, increíble. Me ha encantado. ^^

    ResponderEliminar