Todos los
días, de vuelta a casa desde la universidad, me cruzo con el mismo hombre.
Siempre en el mismo tramo de calle. Él va y yo vuelvo. Es curioso cómo puedes
llegar a coger cariño a gente de la que tan siquiera conoces el nombre, aunque
quizás ahí resida la magia; estoy convencida de que, si supiésemos vida y
milagros de los que nos rodean, nos habríamos sacado los ojos mutuamente hace
siglos. En ese sentido quizás la felicidad resida en la ignorancia.
Pero esa no es
la cuestión. La cuestión es que no sé cómo se llama, ni qué edad tiene, ni
nada. Calculo que tendrá cerca de treinta años. No es muy alto, de hecho no
supera mi metro setenta. No tiene un cuerpo escultórico, más bien es fornido y
con cierta curvita de felicidad cervecera en la barriga. Su cuerpo me recuerda
al de un amigo de Gijón, si le quitásemos la cabeza como a un Playmobil sería
él, aunque con quince años menos. Lo que me hizo fijarme en el Señor X (llamémosle así) fue su parecido al cantante de Sôber, Carlos Escobedo; como él, tiene
la cabeza rapada y una bonita y poblada perilla debajo de los labios. Sé que de
no haber sido por ese detalle seguramente sería un desconocido más con el que me
cruzo a diario, pero ahora es mi desconocido. El Señor X solía llevar
unas gafas de sol hasta ayer, cuando comprobé que tiene unos ojos oscuros como
el café. Lleva un aro en la oreja izquierda que le da un toque más “heavy”, y
suele vestir vaqueros con camisas oscuras y una chaqueta de cuero negra. Me
gusta su forma de vestir tan sencilla.
No sé nada de
él. Absolutamente nada. Sólo sé que compartimos el mismo camino cada día y
alguna mirada discreta. Me pregunto muchas cosas sobre él: ¿Le gustará más la
carne o el pescado? ¿Playa o montaña? ¿Tendrá problemas familiares? ¿Cuáles
serán sus aficiones, será gamer, freak, o alguna otra designación inglesa?
¿Tendrá gatos? No, le pega más un perro. Un perro robusto, como él. ¿Cómo se
llama? Él, no el perro.
En realidad no
quiero saberlo. No quiero saber nada de él. Quiero que siga siendo mi
desconocido hasta que un día dejemos de cruzarnos y nos olvidemos el uno del
otro. Señor X, si me lees, quiero que sepas que mis ojos te desean un buen día
cada vez que se cruzan con los tuyos.
Todos tenemos un desconocido en nuestras vidas...
ResponderEliminarCuanto mas conocemos a las personas menos nos gustan, pq todas tienes algo q no nos gusta y q al final nos acaba separando d ellas.
Sigo cn tu blog de arriba a abajo, la de zombies no le di oportunidad, odio la sangre...
@eimpar