“Éste es el animal más
parecido al hombre. Se arrastra y cambia de piel a conveniencia. Roba y se come
las crías de otras especies en sus propios nidos, pero es incapaz de
enfrentarse a ellos en una lucha limpia. Su especialidad, con todo, es
aprovechar la menor oportunidad para asestar su picadura letal. Sólo tiene
veneno para una mordedura y necesita horas para rehacerse, pero aquel que lleva
su marca está condenado a una muerte lenta y segura. Mientras el veneno penetra
por las venas, el corazón de la víctima late cada vez más despacio, hasta
detenerse. Incluso esta pequeña bestia, en su mezquinidad, dispone de un cierto
gusto por la poesía, como el hombre. Aunque ella, a diferencia de éste, nunca mordería
a sus semejantes. Un fallo, ¿no crees?”
Carlos Ruiz Zafón,
El palacio de la medianoche.
El palacio de la medianoche.
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