9/2/13

Huellas literarias XX



Todo lo que ahora soy fue herencia de los sueños.

Allí aprendí a sembrar cada palabra usada,
a enmascarar los vértigos y las caricias
que olvidé en mis labios
y a soportar la noche sin tus manos frías.

Y así me fui exiliando en unos brazos transparentes,
soñé mil y una lágrimas donde nadaban
peces, fui un cadáver.

Pero volviste un día de tormenta
con la pupila acostumbrada
a las bombillas tenues de los bares
y solo me bastaron cuatro besos
para saber que aún
estabas viva en mi memoria.

Después fuimos gastando los minutos,
esclareciendo escamas en la piel
que nunca fueron nuestras,
haciéndonos preguntas sin pensar
apenas en las letras,
reconociéndonos el pulso
en los abrazos rojos.

Y entonces decidí firmar todos
mis besos con tu nombre
y abandonar mi piel entre tus manos blancas
y olvidarme del mar y del pasado.

No sé qué habrá de ser de mí
cuando la noche caiga.


Raúl Vacas,
“Desprendimiento de rutina”,
recogido en Consumir preferentemente.

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